Una vez más, llega la Navidad, cargada de buenos deseos, paz, amor y también de una buena serie de películas ambientadas en ese período del año tan particular. Se trata de un tiempo de reuniones familiares y, sobre todo, de ilusión. Los que ya tenemos unos años recordamos que la Navidad también es conocida por ser cuando Chencho, el pequeñín de La gran familia, se perdía en la plaza mayor de Madrid; cuando el pobre Plácido trataba de cobrar por su trabajo de repartidor y así pagar una letra, algo que le resulta tan complicado como a Ulises llegar a Ítaca; y, por supuesto, cuando John McClaine, en La jungla de cristal, se tiene que encarar con unos correosos terroristas, no solamente un año, sino también al siguiente.
Las cinco elegidas para esta lista, dicho lo anterior, tienen algo en común: la idea de que todo puede ocurrir en Navidad, por muy surrealista o extraño que pueda parecer.
Una Navidad de locos (Joe Roth-2004)
El matrimonio Krank, tras despedir en el aeropuerto a su hija, decide que, por una vez, va a pasar olímpicamente de la Navidad y se va a ir de crucero por el Caribe, algo que incluso le sale más barato que las propias fiestas. Sin embargo, sus vecinos, imbuidos de espíritu navideño y poco dados a los cambios, empiezan a ejercer una tremenda presión sobre los disidentes.
Guerra psicológica usando villancicos de escucha masiva; reclamaciones a viva voz, pancarta en mano, por la libertad de Frosty, el muñeco de nieve que adornaba el tejado y era un símbolo del espíritu navideño; veladas insinuaciones, chantajes emocionales culpándoles de la derrota del barrio en el concurso anual de luces de Navidad… y todo ello sin que los miembros del matrimonio puedan siquiera acercarse a las ventanas o poner un pie fuera de casa sin ser perseguidos.
Sin embargo, el destino es a veces curioso y te obliga a recuperar, en un tiempo muy limitado, todo ese espíritu navideño que tratabas de alejar.
Gremlins (Joe Dante-1984)
Un padre inventor decide hacerle un original regalo a su hijo y acude a la tienda de un individuo que podría haber estudiado con Fumanchú. Allí vive un cantarín ser que parece un tierno peluche y que cautiva a este hombre. El anciano tiene sus dudas, pero al final decide vendérselo, aunque el nieto le explica al comprador las tres reglas fundamentales que tiene que cumplir y que todos sabemos que va a incumplir tarde temprano.
Primera regla: no mojarlo. Por supuesto, al incumplirla se produce el primer cambio y la demostración de que cinco son multitud y, sobre todo, si uno de ellos es malo con ganas.
Segunda regla: que no coma después de media noche. Ni que decir tiene que la alegre pandilla se las arreglará para dar al traste con esta norma.
Tercera regla: bajo ningún concepto puede darle la luz del sol. Deben ser parientes de Drácula, porque tienen la misma fobia
El pueblo tiene, cómo no, a su rica malvada rodeada de gatos, que curiosamente tienen nombres de monedas.
Las primeras Navidades y esperemos las últimas de un alegre grupito de desalmados monstruos, capaces de acabar con la vida de todo lo que se les ponga por delante y que lo mismo te cantan un villancico que derriban un poste de la luz. Los Gremlins son jugadores empedernidos de póker, bebedores compulsivos y fumadores sin mesura que, pese a todo, se ponen a cantar en medio de la proyección de Blancanieves y los siete enanitos.
Un vecino con pocas luces (John Whitesell-2006)
El protagonista de la tercera obra de nuestra lista de películas de Navidad vive en un pueblecito y es el encargado de organizar la fiesta navideña de la localidad año tras año. Su hijo vive angustiado por casi todo y su hija es un espíritu rebelde.
Llega la Navidad y, como todos los años, hay que desempolvar el calendario de Adviento y seguir a rajatabla sus indicaciones, tradición ante todo: el árbol, sus adornos, los villancicos y, sobre todo, la gran fiesta anual que, como cada año, organiza con la capacidad estratégica de Julio César. Pero este año hay algo distinto: un nuevo vecino quiere ser Míster Navidad y, para ello, se le ocurre la brillante idea de llenar de luces su casa con la intención de que se pueda ver el resplandor desde el espacio. Ignoro si fue el visionado de esta película lo que impulsó al alcalde de Vigo, Abel Caballero, a poner en marcha el despliegue de luz del que hace gala todos los años. No sé si las luces se verán o no desde el espacio, pero, desde luego, le recomendaría a Papa Noel que en Navidad, él y sus renos vengan con gafas de sol, por si acaso.
El recién llegado a la vecindad, que se llama Buddy, es mucho más ambicioso, pues no le basta con recubrir su casa de luces de todos los tamaños y colores, sino que, además, acompaña el tinglado de un espectáculo de sonido que ríete tú de las discotecas de moda.
Comienza así una guerra entre los dos cabezas de familia por ver quién asombra más a la comunidad con sus excentricidades navideñas. Una vez más, ninguno de ellos es consciente de que el verdadero espíritu navideño consiste en compartirlo con tus seres queridos, esas dos familias que se han visto ninguneadas y olvidadas y, además, obligadas a tomar una firme determinación.
¡Socorro, ya es Navidad! (Jeremiah Chechik-1989)
La expedición llevaba un buen rato andando pues, como todos los años, la familia se hallaba en la búsqueda del preciado tesoro. Con gran dificultad y nieve que les llega por las rodillas, se sumergen en el bosque, sin estar muy seguros de que lo van a encontrar, pero se acerca la Navidad y todo es posible. Tras dar vueltas y vueltas, al fondo se divisa un pequeño claro y, en el centro mismo, resplandece el Santo Grial de los arboles navideño. Habían encontrado, por fin, el ansiado premio.
Ya en casa, hay que prepararlo todo. En unos pocos minutos, aparecerán los respectivos padres que, en cuanto se abre la puerta, parecen unos parientes corrientes: repartiendo besos, saludando a diestro y siniestro, estrujando mofletes de cuanto nieto se pone a tiro, haciendo críticas sarcásticas al menú navideño y tomando posesión de todo sillón libre que aparece a la vista. Una vez en el interior, toda esa afabilidad de recibidor desaparece, dando paso a reproches y críticas.
Es momento de engalanar la casa al estilo Griswold, recubriéndola de bombillas para que pueda verse, no sólo desde el espacio, sino también desde alguna galaxia muy lejana. En pleno proceso de encendido, aparece, agazapado entre las sombras, el cuñado, acompañado de su familia, perro incluido. Por supuesto, la relación entre el cabeza de familia y su pariente político es tan cordial como la de Jason con sus víctimas en Viernes trece.
Un padre en apuros (Briant Levant-1996)
La última de las películas de Navidad de la lista muestra hasta qué punto el peor enemigo de los padres en estas fechas es, sin duda, la publicidad, tanto la impresa como televisiva. Esa publicidad, como si de los tentáculos de un pulpo se tratase, atrapa a nuestros incautos hijos y, con sus cantos de sirena, crea en ellos la imperiosa necesidad de conseguir a toda costa el preciado juguete anunciado.
Si el juguete es, además, un superhéroe con su propia serie de televisión, los padres estamos realmente perdidos y tendremos que caer en las redes de los centros comerciales para intentar hacernos con uno de ellos.
Si actuamos de modo despreocupado, pensando que es imposible que se agote, nos estamos engañando y, tarde o temprano, descubriremos que estábamos equivocados. A partir de ese momento, el pánico y la desesperación se convertirán en nuestros compañeros de fatigas.
No hay mejor prueba de lo dicho que acudir a un centro comercial en busca del preciado juguete y escuchar, de forma clara, las carcajadas de las dependientas y dependientes, para darnos cuenta de que tenemos un serio problema.
Además, no somos las únicas personas que luchan por poseer el preciado tesoro, pues otros padres desesperados son capaces de luchar con la ferocidad de Hércules si existe la mínima posibilidad de adquirir alguno, caiga quien caiga.
En este caso, la némesis o rival de nuestro protagonista es otro padre poco previsor, que utiliza cualquier truco o estrategia para ir un paso por delante en la obtención del preciado tesoro en forma de muñeco de plástico parlanchín.
Por si esto no fuera suficiente, tenemos al abnegado vecino divorciado por el que suspiran todas las vecinas y que revolotea como abejorro insidioso alrededor de la mujer de nuestro protagonista. Somos testigos de lo que una persona es capaz de hacer por no defraudar a su hijo, incluso llegar a combatir contra las fuerzas del mal y sus sicarios, secuaces, mercenarios y gente de mal vivir, con la única intención de que tu hijo se sienta orgulloso.
A pesar de todas las peripecias acontecidas en las cinco películas comentadas, en todas ellas el espíritu de la Navidad se abre paso y, finalmente, despliega todo su poder. También Chencho se reencontró con su gran familia, McClaine salvó a su mujer de los terroristas y solamente Plácido de Berlanga vivió su Navidad como un día más del calendario, eso sí, con los ecos lejanos de villancicos cantados en la vecindad.