En la época de la dictadura de lo políticamente correcto casi cualquier declaración puede generar controversia y el comentarista de fútbol de TVE Juan Carlos Rivero es la última víctima toda vez que Pablo iglesias ha pedido su dimisión por haber dicho este profesional, acerca del modo de juego de Marruecos en su partido contra Portugal, que «los marroquíes roban y salen corriendo».
A Pablo Iglesias, al igual que a otros espectadores que compartieron su indignación en las redes sociales, le molestó el comentario por haber detectado en él un cierto tinte racista derivado de asociar a los marroquíes con el verbo robar, aunque la frase se pronunció en el contexto de un partido de fútbol y en referencia a los robos de balón.
De nada sirvió para evitar las críticas que el propio Juan Carlos Rivero dejara bien claro que su comentario hacía alusión, única y exclusivamente, a una cuestión de fútbol. «Quien lo saque de quicio tiene un problema», explicó.
Para el que fue vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas de Podemos, que Juan Carlos Rivero continúe trabajando en la televisión pública supone una falta de decencia. En tono jocoso, Iglesias propone al comentarista como candidato de unidad para los partidos de derecha.
«Si hubiera decencia en RTVE, el señor que ha dicho los marroquíes roban y salen corriendo / es un término futbolístico / quien lo saque de quicio tiene un problema no debería volver a trabajar en la televisión pública. Y así VOX, PP y Cs tenían independiente para su moción», escribió Pablo Iglesias en su cuenta de Twitter sobre el comentario del narrador de fútbol.
Racismo hacia Marruecos
El partido de octavos de final del Mundial de Qatar entre Marruecos y España y el desenlace del mismo con la victoria de la selección norteafricana desataron una oleada de comentarios racistas en las redes sociales. Ya antes del encuentro, grupos ultras se citaron en las principales ciudades españolas para «defender las calles» de los ciudadanos marroquíes que pudieran tomar las mismas para seguir el partido o para, como fue el caso, celebrar el triunfo.
Pese al modo en que se calentó el partido, los incidentes fueron mínimos y los miles de marroquíes que festejaron en España la victoria no causaron problemas más allá del ruido de sus cánticos y de algunas aglomeraciones en calles y plazas.