César Bonilla, nieto del fundador de la conocida churrería Bonilla a la Vista que cuenta con varios establecimientos en la ciudad de A Coruña y uno de los artífices de la expansión internacional de las patatas fritas de la marca, ha fallecido a los 91 años y después de toda una vida dedicada, hasta el último momento, a una empresa familiar que siempre mantuvo los máximos estándares de calidad.
A César Bonilla hay que atribuirle la expansión internacional de una marca que en Galicia ya era sobradamente conocida y valorada. Con él como gran capitán de Bonilla a la Vista, las patatas fritas que esta empresa produce en su factoría del polígono de Sabón, en el municipio coruñés de Arteixo, llegaron a países tan lejanos como Corea del Sur, con aparición en la oscarizada película Parásitos incluida, y Australia.
Siempre amable y afable en el trato, el patrón de Bonilla a la Vista desveló a El Sereno Indiscreto cuál es el secreto para que sus patatas gusten en todo el mundo y lo hizo durante la pasada edición del evento Galicia Fórum Gastronómico. «El secreto, que no es un secreto, es comprar buenas patatas, porque no se puede hacer algo bueno si la mercancía es mala», había apuntado con una sonrisa y siempre desde la modestia.
También comentó César Bonilla, en aquella ocasión, que el camino para llevar a Bonilla a la Vista a la posición de prestigio que ocupa actualmente en el mercado no siempre fue un camino fácil. «Eran tiempos muy duros y, si hacías las cosas mal, te lo tiraban todo a la cara«, explicaba sobre los inicios de una empresa que, aunque asentada en A Coruña desde hace muchas décadas, tuvo sus orígenes en Ferrol.