Belchite, el pueblo fantasma de los horrores de la guerra

Belchite

Pocos lugares hay en España que reflejen los horrores de la guerra como Belchite, un pueblo fantasma ubicado en la provincia de Zaragoza con edificios completamente derruidos y lleno de escombros en el que algunos aseguran haber visto apariciones espectrales y haber escuchado los gritos de desesperación y dolor de las víctimas de la confrontación fratricida que tiñó el país de sangre entre 1936 y 1939.

Un pueblo nuevo, surgido tras la guerra, convive actualmente con el antiguo, que, según algunos historiadores, el propio Francisco Franco quiso dejar en estado ruinoso a modo de testimonio pétreo del conflicto. Hoy, El Sereno Indiscreto te lleva de recorrido por la historia más oscura y triste, en un lugar que parece un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos: un recorrido por Belchite.

Infierno en la tierra

Pronunciar el nombre Belchite lleva automáticamente a evocar una de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil. Lo sucedido en 1937 y sus cicatrices, que siguen hoy en día a la vista de todos, han convertido a la villa aragonesa en un importante foco de atracción del turismo.

Para conocer el ahora llamado Belchite Viejo es necesario contactar con el Ayuntamiento y reservar una visita, pues la zona que ocupa está vallada y únicamente pueden acceder grupos, con un mínimo de diez personas, acompañados por un guía. También es fundamental, si se le quiere sacar partido al sobrecogedor recorrido, tener unas nociones básicas de lo que allí sucedió.

El apocalipsis se desató sobre la localidad de Belchite entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937. La ubicación del pueblo lo convirtió en una posición estratégica dentro de Aragón, uno de los principales escenarios del conflicto al hallarse dividida esta región en dos territorios, cada uno de ellos ocupado por uno de los bandos en litigio.

ruinas Belchite

Belchite y la mayoría de su población eran partidarios del bando sublevado y el Ejército Popular de la República se marcó la toma de la villa como un objetivo prioritario. Los soldados del bando nacional y los vecinos estaban bastante bien aprovisionados y disponían de fortificaciones defensivas bien distribuidas, lo que obligó a los republicanos a emplear todos sus recursos de destrucción, aviación incluida, y a combatir calle a calle y casa por casa. Cuentan algunos historiadores que los asaltantes llegaron incluso a cortar el suministro del agua, algo que resultó, si cabe, aún más doloso por haberse desarrollado la batalla bajo el cálido verano aragonés.

Belchite escombros

El asedio del pueblo y el posterior asalto dejaron un saldo de casi 5.000 muertos y más de 8.000 heridos entre los dos bandos, así como un paisaje de escombros y edificios en ruinas. Hoy, además de los turistas, es habitual que alumnos de los colegios visiten el lugar, un modo de enseñar la historia para evitar que se repita.

Paseo entre fantasmas

Es frecuente que las casas, los pueblos y los parajes que han quedado marcados por la tragedia y la muerte sean fuente de todo tipo de leyendas y nuestro destino de hoy no es una excepción. Si quieres vivir el misterio y, si tienes suerte, toparte cara a cara con lo paranormal, Belchite es el lugar adecuado, especialmente si participas en una de las visitas nocturnas que se organizan los fines de semana.

Los espectros de dos mujeres vestidas de negro que pasean cerca de una casa en la que murieron dos vecinas durante la batalla, las psicofonías con gritos desgarradores grabadas por algunos visitantes curiosos y una iglesia en ruinas en la que algunos turistas se quedaron sin batería en su móvil de forma abrupta son solo algunos de los eventos misteriosos e inexplicables sucedidos en el vetusto pueblo fantasma.

Belchite arcos

El propio Iker Jiménez y varios de sus colaboradores en el programa Cuarto Milenio han visitado Belchite en varias ocasiones con la esperanza de conseguir material para sus reportajes sobre fantasmas, voces de ultratumba y fenómenos del inframundo.

Un nuevo pueblo levantado de la nada

Aunque el mayor interés de Belchite es el pueblo viejo, visitar el nuevo, que fue levantado tras la guerra en otra ubicación, resulta también interesante desde el punto de vista histórico y es que muchos de los edificios que lo conforman fueron construidos por presos republicanos que vivían en los barracones de un campo de trabajo.

Con títulos tan curiosos como el de Pueblo adoptado por el Caudillo, el Ayuntamiento de Belchite siempre gozó, durante la dictadura, de las simpatías de un régimen que veía en la villa un testimonio de la victoria nacional en la guerra y de los sacrificios que esta implicó, así como del resurgir patriótico tras la contienda.

Actualmente,  alrededor de 1.500 belchitanos residen en el pueblo. Todos ellos asumen con naturalidad que todo el protagonismo le corresponde al antiguo Belchite y que el nombre de su localidad estará siempre asociado a la destrucción y a la muerte, aunque esperan que los muchos turistas que pasan por allí guarden las imágenes que vean y tomen conciencia.

Unas fiestas con origen ganadero

Las fiestas mayores de Belchite tienen su día grande el 14 de septiembre, con las celebraciones de la Exaltación de la Santa Cruz. Los festejos tienen su origen en una feria ganadera de gran importancia que comenzó a organizarse en la villa a principios del siglo XX. La capacidad de ese certamen agropecuario para atraer gente propició que, alrededor del mismo, comenzaran a organizarse todo tipo de actividades y que, merced a ello, las autoridades municipales decidieran trasladar las fiestas mayores del día de la patrona, Nuestra Señora del Pueyo, a esas fechas.

Al tradicional chupinazo que marca el origen de las fiestas, se suman todo tipo de actividades en las que los belchitanos, buena parte de ellos miembros de alguna de las 40 peñas que existen en la villa, demuestran siempre una gran implicación. A los solemnes actos religiosos se suman otros de carácter lúdico, como las verbenas, las carreras de autos locos y El carrico, burrico, vinico y cacahueticos, un carro que recorre el pueblo acompañado por una charanga y repartiendo vino entre los vecinos. Los desfiles de gigantes y cabezudos, de gran tradición en Belchite, hacen las delicias de grandes y pequeños en estos días de festejos.

La agricultura y la ganadería siempre fueron motores de desarrollo para Belchite y su comarca. El Museo Etnológico que existe en la localidad recoge esta cultura del trabajo de la tierra, así como muchas de las tradiciones del pueblo, y es un lugar idóneo para que el visitante se relaje tras la siempre inquietante visita de las ruinas de la guerra.

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