En la provincia de Zaragoza, en las faldas del Moncayo, se encuentra el único pueblo excomulgado y maldito de España: Trasmoz. Marcada por leyendas sobre multitudinarios aquelarres, ritos de magia negra perpetrados por nigromantes y crueles cacerías de brujas; esta villa ha sabido aprovechar el tirón turístico del ocultismo y convertirse en uno de los mejores destinos para pasar una terrorífica noche de Halloween.
La historia de Trasmoz gira alrededor de su castillo y del monasterio de Veruela, situado en la vecina localidad de Vera de Moncayo. La cercanía entre estos monumentos, uno símbolo de laicismo y otro de la más férrea disciplina católica, y la enemistad entre los moradores de ambos, fraguada a lo largo de los siglos, constituyen la clave para comprender la historia negra del pueblo.
Lucha entre lo sacro y lo profano
Durante la Edad Media, Trasmoz y su castillo eran un oasis de laicismo dentro de una comarca dominada por el monasterio de Veruela y por los monjes que lo habitaban. La resistencia a someterse a los preceptos religiosos originó que el señor del castillo y todo el pueblo fueran excomulgados por la Santa Sede, que satisfizo así a la comunidad monacal que tanto deseaba la desdicha de Trasmoz.
Lejos de llevar al redil a los vecinos, la excomunión no hizo más que reforzar el laicismo del pueblo, lo que, según las leyendas y la propia historia, lo convirtió en foco de atracción, no solo para las brujas, sino para todos aquellos que realizaban prácticas mal vistas por la Iglesia Católica, que eran muchas en aquellos tiempos del Medievo.
Una maldición monacal
¿Te parece esta historia sorprendente? Pues hay más. Ya oficialmente excomulgado, Trasmoz sufrió multitud de guerras entre señores feudales que deseaban hacerse con el control del castillo, de los vecinos de la villa y de los recursos que esta albergaba. Todo ello, claro, siempre bajo la atenta mirada del monasterio de Veruela.
Y tras uno de esos enfrentamientos entre nobles llegó la famosa maldición que pesa sobre el pueblo. Fue una disputa por el agua lo que, supuestamente, motivó el enfrentamiento y la posterior enemistad entre los vencedores del mismo y los monjes. Fuera o no esta la causa, lo que sí está documentado por la historia es el maleficio que todos los moradores del monasterio, reunidos en pleno, lanzaron contra la villa.
«Danos tu ayuda contra el adversario, porque es inútil el auxilio de los hombres; con Dios alcanzaremos la victoria, y él aplastará a nuestros enemigos». Así reza el salmo 108 del Libro de los Salmos, el que pronunciaron los monjes para convertir a Trasmoz en el único pueblo oficialmente maldito de todo el mundo, un honor que todavía hoy conserva.
Un pueblo entregado a lo oculto
¿Qué repercusión turística tiene sobre Trasmoz toda esta historia tenebrosa? Mucha. Conscientes del tirón que supone para un pueblo llevar sobre sí una excomunión y una maldición, los vecinos, lejos de avergonzarse y buscar el perdón del Vaticano, celebran cada año su pasado y organizan más de una fiesta dedicada a él. Basta para cuantificar el atractivo turístico de una buena historia de terror, el hecho de que durante la Feria de Brujería y de las Plantas Medicinales, que se celebra el primer sábado de julio, un núcleo con menos de un centenar de habitantes llega a albergar a seis millares de personas.
La Feria de la Brujería de Trasmoz es un evento único en España y, seguramente, también en el mundo. La celebración comienza con un extraño desfile en el que la Bruja del Año, una mujer destacada por su colaboración con la fiesta, y la Bruja de Honor, nombrada como tal por su aportación al mundo de la cultura, marchan desde la entrada del pueblo hasta la plaza acompañadas de una comitiva formada por otras hechiceras y por extraños personajes. Entre estos figurantes está el Yerbero de Trasmoz, que sólo aparece en esa fecha y que obsequia a las brujas con un ramo de plantas.
El desfile es el punto de partida de una fiesta en la que vecinos y visitantes disfrutan de exhibiciones de cetrería, demostraciones de magia, combates con espadas… y sí, también de escenificaciones sobre la captura y tortura de brujas capaces de poner los pelos de punta al más valiente. La representación del rito de la maldición de Trasmoz es el punto culminante de los festejos y una prueba del orgullo que sienten los habitantes de la villa por su peculiar pasado.
La Feria de la Brujería no es la única fecha en la que la pasión por el misterio y la magia toma las calles. La noche de Halloween, allí conocida como noche de las ánimas, llena de oscurantismo y brujería el otoño trasmocero. La Luz de las Ánimas, que así se llama esta celebración, saca de sus moradas a multitud de monstruos y criaturas diabólicas, que convierten a la localidad en escenario de una gran representación del terror.
Un alojamiento para compartir relatos
Para quienes deseen pasar una o varias noches de terror en Trasmoz, lo ideal es pernoctar en una casa rural, que permita reuniones grupales en las que se compartan historias de miedo. Un espacio perfecto es El Horno de Trasmoz, un establecimiento rústico, situado dentro del pueblo, que tiene capacidad para siete personas. Una cocina, un comedor, un baño completo, un aseo y dos habitaciones hacen de este establecimiento un espacio perfecto para el recogimiento que, al mismo tiempo, ofrece todas las comodidades de la vida moderna.
Las pequeñas dimensiones de Trasmoz y su reducido número de vecinos hacen que la oferta de restaurantes dentro del propio núcleo del pueblo no sea demasiado amplia. Sin embargo, es posible degustar un menú de calidad, con platos de cocina tradicional como las migas y el estofado de ternera, en el Bar Trasmoz, que es además el número 1 en Trip Advisor de cuantos figuran en las proximidades del castillo que preside la villa.
Espectacular visión de turismo…. Tengo que ir..