Quienes pasaron delante de las escaleras del Ayuntamiento del municipio asturiano de Ponga en la mañana del pasado viernes 28 de abril se toparon con dos macabros trofeos, en concreto, dos cabezas de lobo que alguien depositó allí, con toda probabilidad a modo de protesta por los daños que esta especie, que goza de una especial protección, causa al ganado.
Aunque las cabezas de los lobos fueron rápidamente retiradas por la alcaldesa y por varios operarios municipales, que informaron de lo sucedido a la Guardia Civil, fue inevitable que algunos vecinos las vieran y que las imágenes circularan por las redes sociales.
Esta particular y macabra forma de protestar no es algo nuevo en Asturias, pues la impotencia que sienten los ganaderos de esta comunidad al comprobar cómo sus reses se ven diezmadas una y otra vez por los ataques del lobo ya los había llevado a colocar cabezas del cánido salvaje en las cunetas de las carreteras. Sí resulta más novedoso que los trofeos de caza hayan llegado a las mismísimas puertas de una casa consistorial.
El presidente de Asturias, el socialista Adrián Barbón, calificó los hechos ocurridos en el municipio de Ponga como constitutivos de «un delito ambiental»
El presidente del Gobierno de Asturias, el socialista Adrián Barbón, dice comprender lo difícil que resulta encontrar equilibrio entre la protección de una especie como el lobo y los intereses de los ganaderos, si bien considera que dejar cabezas de animales no es una forma aceptable de protesta y calificó los hechos ocurridos en el municipio de Ponga como constitutivos de «un delito ambiental» de cuya investigación se encargará el Seprona.
Caza prohibida
En Asturias, como en prácticamente todo el territorio nacional, la caza del lobo está prohibida o muy restringida, por lo que las poblaciones de este animal, tan bello y majestuoso como perjudicial para quienes se dedican a la ganadería, ha crecido de forma exponencial.
Los ganaderos de comunidades autónomas como Galicia y Asturias denuncian que el problema es de tal magnitud que los lobos han llegado incluso a adentrarse dentro de los pueblos y reclaman que se autoricen batidas para atajarlo.
En Asturias, como en prácticamente todo el territorio nacional, la caza del lobo está prohibida o muy restringida
Sobre el problema del lobo en Asturias habló la joven cazadora asturiana Beatriz Rosete, a la que entrevistó El Sereno Indiscreto, en un vídeo en el que acusa a los animalistas de desconocer la realidad de la actividad cinegética y los problemas que tienen quienes viven en el medio rural.
«Prefieres dejar sin nada a una persona, antes que abatir un lobo. Odias que el cazador realice su labor y, sin embargo, defiendes que el lobo mate porque tiene que comer. Sí, claro que el lobo tiene que comer… y las personas… y sus animales. Para eso es necesario un equilibrio, una gestión. Para eso es necesaria la caza, te guste o no», dice esta cazadora en un vídeo en el que se dirige a un animalista utilizando la segunda persona.