Una mujer recibirá una indemnización de 84.000 euros por sufrir el ataque de un oso en Asturias

ataque de oso

Una mujer de 75 años recibirá del Gobierno de Asturias una indemnización de 84.000 euros por los daños que sufrió al recibir el ataque de un oso en un paraje ubicado en el municipio de Cangas del Narcea. Fue el Tribunal Superior de Justicia de Asturias quien determinó que la administración autonómica debe compensar a la víctima y también quien fijó la cuantía de la misma.

Eran las 21.45 horas del día 30 de mayo de 2021 cuando la mujer, una vecina de la pequeña localidad de Sonande, se convirtió en la víctima del ataque de un oso enfurecido que, sin casi darle tiempo a reaccionar, se abalanzó sobre ella, ocasionándole la ruptura de la cadera y desgarros en la cara. De no haber sido por la intervención de dos hombres que iban con ella, el desenlace habría sido mucho peor y es que, según relatan esos vecinos que iban con la mujer y la propia víctima, la intención del animal era la de llevarse a su presa bosque adentro.

La víctima ingresó tras el ataque en el hospital, donde fue sometida a una operación de cadera y a intervenciones quirúrgicas en la zona de la cara desgarrada. Aún a día de hoy, más de cuatro años después del suceso, tiene problemas de movilidad y secuelas psicológicas, como el miedo a pasear sola. Son esas secuelas las que, a juicio del Tribunal de Justicia de Asturias, hacen que la mujer tenga derecho a una indemnización.

La zona donde vive la mujer, según ha relatado el abogado que llevó su caso al diario El Comercio, cuenta con una importante población de osos, algo que incrementa aún más si cabe el terror que siente ésta ante la perspectiva de salir sola a dar un simple paseo. Cuenta el letrado que, además, lejos de intentar alejar al oso de los senderos por los que pueden transitar personas, administraciones públicas y organizaciones ecologistas fomentan su presencia con medidas como la plantación de cerezos que les brindan alimento.

Colectivos animalistas insisten en que los osos, como otros animales salvajes, no suelen atacar a humanos salvo que se sientan amenazados y que, en la mayoría de los casos, huyen al toparse con una persona. Esa tesis, sin embargo, no cuadra con lo que le ocurrió a la víctima del ataque, que caminaba tranquilamente cuando el feroz animal se abalanzó sobre ella con violencia.

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