Rafael Piñar, presidente de la Asociación Española de Directores de Hotel (AEDH) en Andalucía, habla del sector turístico con el conocimiento que le brinda una carrera profesional de cinco décadas que inició muy joven en puestos como el de botones y el de recepcionista y que lo llevó a asumir la dirección de multitud de alojamientos, la mayoría de ellos del grupo Meliá, en Andalucía y en otras comunidades autónomas. Muy escéptico al opinar sobre las nuevas tecnologías, de cuyos posibles efectos perniciosos advierte aún a riesgo de que lo tachen de anticuado, y preocupado por la masificación del turismo, considera que lo más importante para que un profesional progrese en el sector hotelero es que tenga ilusión y ganas de trabajar.
-A lo largo de su trayectoria profesional, ha estado usted en muchos hoteles repartidos por casi todas las provincias de Andalucía.
-Pues la verdad es que he recorrido casi toda Andalucía y he tenido también algunas experiencias en el norte y en otras zonas del país.
–Aunque ambas son importantes, ¿llega más preparado al puesto de director alguien que tenga experiencia en otras tareas relacionadas con el sector hotelero o alguien que ha recibido formación académica al respecto?
-En mis inicios, cadenas como Meliá ya no permitían que nadie ocupase el puesto de director sin tener el título que lo habilitara para ello y, por eso, yo cursé mis estudios y obtuve la mencionada titulación, algo que hizo que me sintiera más seguro y que llegara a ser director. Ahora, desde hace algún tiempo, esa titulación específica dejó de ser un requisito imprescindible y eso hace que sea frecuente que sean directores amigos o familiares de la propiedad de los hoteles. Hay que decir que, aunque no era tan frecuente, eso también ocurría antes, cuando algunos establecimientos que no tenían personas tituladas, por así decirlo, alquilaban el título. Le daban una cantidad de dinero a alguien con el título para que firmara e hiciera cuatro cosas mientras el director sin título ejercía sus funciones. Por supuesto, Meliá estaba totalmente en contra de eso.
-Pero en su caso, ¿aprendió más del trabajo o de los estudios?
-Lo que más me sirvió, obviamente, fue lo que aprendí trabajando. Los conocimientos que se adquieren con la experiencia no se adquieren en las escuelas de Turismo. Por supuesto, tener una formación y contar con un título que lo acredite también sirve, pero yo donde más aprendí fue en el día a día y conociendo todos los departamentos a través de las actividades cotidianas.
«Los conocimientos que se adquieren con la experiencia no se adquieren en las escuelas de Turismo»
-Cuando usted llegó a director conocía ya muchos otros trabajos que se desempeñan en un hotel. Imagino que eso facilitará mucho las cosas a la hora de coordinar equipos.
-Efectivamente. El conocimiento anterior se ve reflejado en la actividad como director, a sabiendas de que se aprende algo nuevo cada día.
-Para usted que está ya jubilado tras una larga trayectoria en el sector, ¿cómo ha cambiado la profesión del director de hotel desde sus inicios hasta el momento actual?
-Hubo cambios bastante significativos y en varias épocas. Algo que ha cambiado es el tiempo que el director tiene para atender a sus diferentes tareas y a los clientes. La burocracia es algo que quita mucho tiempo a los directores y a otros empleados del hotel y es una de las cosas que más han evolucionado.
-Con las nuevas tecnologías, se agilizarán los trámites y habrá más tiempo para otras tareas al margen de las puramente burocráticas.
-Es cierto que las tecnologías ayudan a que podamos generar más tiempo disponible para tareas más personales. Eso sí, las máquinas deben llegar para ayudarnos, porque lo que a mí no me gusta es que esas máquinas provoquen la desaparición de puestos de trabajo. Yo soy partidario de mantener los puestos de trabajo y de que los empleados dediquen el tiempo que se ahorra con el trabajo que realizan las tecnologías a tareas como las relacionadas con la atención personal a los clientes.
-¿Existe el riesgo de que un uso excesivo de esas nuevas tecnologías provoque un deterioro del trato personal y de las relaciones humanas?
-Yo, aunque pueda haber gente que me diga que soy antiguo, soy una persona que, con cuestiones como la inteligencia artificial, soy un poco desconfiado. Las tecnologías pueden traer todo lo bueno que antes comentamos, pero también todo lo malo. Tengo un poco de miedo a ese tema, por un lado, por la sensación de que se pueden perder puestos de trabajo y, por otro, por la de que la tecnología provoque algún daño alejado de aquello para lo que tenía que servir. No soy amigo de la robotización, porque siempre he entendido que la atención tiene que ser personalizada y correr a cargo de un ser humano que pueda hablar y escuchar. Y me temo que el camino por el que vamos conduce a este extremo negativo.
«No soy amigo de la robotización, porque siempre he entendido que la atención tiene que ser personalizada y correr a cargo de un ser humano que pueda hablar y escuchar»
-Lo cierto es que, por lo que han comentado algunos de sus compañeros de la AEDH, la mayoría de los clientes de los hoteles todavía prefieren ese trato personal que usted defiende.
-Efectivamente, así lo veo también yo. No digo que no se utilicen las tecnologías, pero sí mantengo que esas herramientas deben servir de ayuda sin que se llegue a ciertos extremos.
-¿Por qué cree que sectores como el hotelero y el de la hostelería tienen tantos problemas para encontrar empleados cualificados?
-Es un problema importante que debemos tener en cuenta. Ya no es que sea difícil encontrar a personas preparadísimas sino que también lo es conseguir empleados que muestren ilusión por el trabajo. Yo siempre he puesto las ganas de trabajar como lo más importante, por encima incluso de la formación. A una persona a la que le gusta la profesión y a la que le apasiona el trabajo que va a desarrollar, lo otro le llega por añadidura. Por otra parte, si una persona tiene una gran formación pero pocas ganas de trabajar, poco resultado te va a dar. Me gusta mucho la frase de «búscate un trabajo que te guste y no trabajarás en la vida». Eso es lo que me ha ocurrido a mí, porque me siento un afortunado y, por qué no decirlo, un privilegiado por haber trabajado en lo que he trabajado.
-¿Y por qué es tan difícil encontrar personas ilusionadas con trabajar en el sector alojativo o en la hostelería?
-Quizás, para muchos jóvenes, se trate de trabajos poco atractivos por obligarles a trabajar domingos y festivos y por otras circunstancias derivadas de las peculiaridades de esos sectores. La realidad es que los días libres son los mismos que en otros trabajos, aunque se distribuyan de diferente manera y, en vez de descansar un domingo, se descanse otro día de la semana. Lo de librar los fines de semana es algo que valora mucho más la gente joven de hoy en día de lo que lo valorábamos nosotros cuando empezamos a trabajar. Hay muchos casos de gente sin trabajo a la que se le ofrece un puesto y que, al conocer los turnos y los horarios, lo rechaza igualmente. Esto es algo que se viene arrastrando desde hace ya algunos años. Para esta profesión hace falta tener vocación. Yo he estado algunos festivos trabajando entre 12 y 14 horas y te puedo asegurar que se me han pasado volando.
-¿Cómo ha sido el pasado año 2023 para el turismo en Andalucía y qué expectativas tiene para este 2024?
-En el año 2023, en el conjunto de España, hemos superado las cifras de antes de la pandemia. En el ranking mundial estamos en el número 2, sólo por detrás de Francia y casi la alcanzamos. Los tres países de origen líderes que tenemos, que son Reino Unido, Francia y Alemania, se mantienen fieles al destino España. En cuanto a Andalucía, la verdad es que estamos muy satisfechos, porque también aumentaron las estancias y la ocupación. Tengo que decir que en Andalucía creció mucho el turismo nacional.
-Usted que es de Granada y que conocerá bien el volumen de turistas que reciben espacios como la Alhambra, ¿cree que la masificación del turismo puede llegar a suponer un problema en Andalucía y en el conjunto de España?
-El turismo masivo empieza a ser algo preocupante, no sólo por los vecinos que se quejan, sino también por los propios turistas que llegan, que tienen que hacer colas para todo o que se quedan sin poder visitar un determinado monumento. En el sector todavía no tenemos muy claro qué podemos hacer al respecto, pero sí tenemos claro que hay que hacer algo para no morir de éxito.
-Hay ciudades que cobran una tasa turística. ¿Le parece una medida adecuada?
-Esa sería una buena medida para empezar y, de hecho, es algo de lo que se habla desde hace tiempo. Hay gente que está en contra de que al turista se le cobre más, pero hay que empezar a pensar que la tasa puede ayudar a filtrar un poco el turismo que llega porque el precio, le pese a quien le pese, es algo que ayuda, por decirlo de alguna manera, a seleccionar el turista que llega. La cuestión es que, si no se hace nada, el turismo masivo nos acabará haciendo daño a todos. En el caso de la Alhambra, por ejemplo, lo que ocurre no es que por haber mucha gente se vea mal el monumento sino que, directamente, mucha gente que viene a Granada y que está en los hoteles de la ciudad se queda sin verla porque se ha agotado el cupo de visitas para esos días.
«Hay gente que está en contra de que al turista se le cobre más, pero hay que empezar a pensar que la tasa turística puede ayudar a filtrar un poco el turismo que llega»
-¿Hay en Andalucía muchos problemas con los pisos turísticos irregulares?
-Sí que los hay y en algunas ciudades hay más plazas en las viviendas turísticas que en los hoteles. Es algo que también nos hace mucho daño y que ayuda a que el turismo sea más masivo de lo que debiera. Yo sólo critico los pisos que son irregulares, porque en ningún caso me atrevería a hacerlo con aquellos que funcionan de acuerdo con la legislación. Lo que no puede ser es que cualquiera pueda poner en marcha un establecimiento turístico sólo por el hecho de tener una habitación o un apartamento y sin hacer el pertinente registro ni cumplir con las normas. Es competencia desleal porque los hoteles, precisamente por tener una serie de obligaciones y servicios que los pisos turísticos no tienen, tienen unos precios más altos. Lo mínimo que podemos pedir es que las viviendas turísticas cumplan con las normas establecidas para ellas.
-¿Cómo llegó usted a formar parte de la Asociación Española de Directores de Hotel?
-Llevo ya mucho tiempo en la AEDH, prácticamente desde que empecé a trabajar como director a principios de los años 80, por lo que son ya alrededor de 40 años como miembro de la asociación. Llegué a la AEDH porque compañeros míos del sector me dijeron que formaban parte de ella y me informaron de lo que ofrecía. Me alegra mucho haber tomado la decisión de entrar en la AEDH.
-¿Qué ventajas tiene para un profesional del sector formar parte de la AEDH?
-Los miembros recibimos mucha información, podemos participar en actividades formativas, obtener ayuda a la hora de encontrar personal… Además, como todos los miembros formamos parte del mismo sector y realizamos trabajos similares, la AEDH ofrece una gran red de contactos para intercambiar opiniones y experiencias.